En la primera sesión, en un análisis retrospectivo a través de nuestra línea de vida, tomamos conciencia de la manera en que cada una habíamos manifestado y expresado la rabia en diferentes momentos vitales (infancia, adolescencia, primera juventud). En esta sesión nos situamos en nuestro presente, vivenciando cómo se expresa tanto en el cuerpo como en nuestras emociones y pensamientos el sentimiento de rabia; conectamos con nuestra rabia y constatamos qué situaciones nos las generan y las consecuencias que tiene (para nosotras mismas o para los demás) nuestra forma de gestionarla.
Esta primera dinámica nos permitió acotar las manifestaciones y forma de expresión de la rabia en las que trabajamos a continuación.

En segundo lugar observamos la importancia de la comunicación asertiva: la capacidad de expresar nuestros deseos, necesidades, sentimientos, pensamientos… pero teniendo en cuenta los de la otra persona. El malestar no expresado, la creencia de que no tenemos derecho a sentir/expresar un enfado,… hace que reprimamos el sentimiento de rabia y no se libere. Hemos de tener presente, en el momento que estemos más calmadas, de expresar qué nos ha molestado empleando un estilo de comunicación asertivo. Analizar qué aspectos (creencias erróneas y miedos) bloquean nuestra capacidad de afirmar nuestros derechos asertivos fue el siguiente paso. ¡Habrá que hacer los deberes!
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