En ciertos momentos, ante crisis
o cambios importantes en nuestra vida, podemos sentir el mundo o esa situación
como una amenaza. La amenaza puede ser real o no, pues es una vivencia muy
subjetiva, y si bien el miedo permite la supervivencia, experimentar el mundo (o
una situación) como una amenaza lo único que hace es situarnos en un estado de alerta
y ansiedad.
¿Qué hacer entonces? Es
importante reconocer la diferencia
entre tomar conciencia de un peligro o amenaza y cómo nos sentimos ante ello.
Pongamos por ejemplo la crisis ante el Covid19 y la situación de desconfinamiento
y desescalada. La inconsciencia y una creencia de que no pasa nada puede llevar
a comportamientos irresponsables, que olvidan que la existencia de contagio es real.
Por otra parte, un excesivo miedo y estado de alerta puede llevar a personas a
encerrarse en sus casas por miedo a salir a la calle, contactar con otras
personas … dejando de hacer actividades
que antes eran cotidianas (el llamado “síndrome de la cabaña”).
Si no tomamos conciencia de la amenaza,
es cierto que no sentiremos miedo, pero también que no tomaremos las medidas de
prevención o de otro tipo necesarias. Este es el primer paso TOMA DE
CONCIENCIA
¿Y el segundo paso? Preguntarse ¿Cómo
ME SIENTO YO ante la situación? Es lo verdaderamente importante. Una vez
que tomo conciencia del riesgo, ¿siento que tengo recursos para afrontarlo?, es
decir, que puedo HACER ALGO y sentir que tengo el control.
No significa tener el control sobre
la situación (lo externo, el virus), eso no está bajo nuestro control, pero sí
lo que hacemos ante ella. Preguntarnos ¿qué puedo hacer YO? Será la única
manera de manejar el sentimiento de impotencia y pasar a la acción. Hemos de
activar nuestros recursos personales para:
- tomar las medidas adecuadas, en este caso de
prevención e higiene, que favorezcan nuestra sensación de seguridad.
- tomar conciencia de nuestros pensamientos: si
son irrealistas, obsesivos, si anticipan riesgos y situaciones peligrosas… y
cuestionarlos
- permitirnos las emociones (ansiedad,
desmotivación, rabia) y sentirnos capaces de gestionarlas.
Los cambios no son fáciles, y si tuvimos
que adaptarnos a estar encerrados durante un tiempo prolongado, ahora hemos de poner el
foco en adaptarnos a otra realidad. Es sensato RESPETAR el virus y sus
consecuencias, pero respeto no es lo mismo que MIEDO.
Partamos de que nuestro miedo podemos
convertirlo en adaptativo. Para ello dediquemos tiempo a observar ese miedo, en
lugar de evitarlo, para superarlo. Usémoslo como un recurso y no como algo que nos limite, Analicemos
de dónde nace y pensemos cómo podemos enfrentarlo, paso a paso, poniéndonos objetivos
realistas y a nuestro alcance.
Abracemos nuestro miedo, observémoslo, examinémoslo
y enfrentémoslo.
Cualquier consulta, duda o petición de información podéis hacerlo presencialmente en mi consulta de psicología en Barcelona 93 129 19 34 o a través del correo psicologa.monicatimon@gmail.com
Comentarios
Publicar un comentario