Como he señalado http://www.monicatimon.com/2017/01/dolor-o-sufrimiento.html, ante una pérdida la realidad que
conocemos ha desaparecido, y sentimos (en función de la intensidad y el vínculo
que tenemos con aquello que perdemos) el vacío, el caos; lo más normal es que
nuestro mundo se paralice (que nos encerremos en nosotros o nosotras mismas,
por ejemplo, que no salgamos, que no realicemos las actividades que hacíamos...)
Es el momento de quedarnos a solas con nuestro dolor y es bueno que las
personas de alrededor lo respeten; en nuestra sociedad actual, donde todo va
tan deprisa y lo que se valora es la inmediatez, es difícil que se entienda esa
necesidad de tiempo y espacio, y hay que volver al trabajo, las amistades
presionan para que vuelvas a salir…; pues no, aún no es el momento de eso.
Lo que no debe detenerse es la expresión de la tristeza,
la rabia, la ansiedad... El primer paso para superar el dolor emocional es
saber que es normal y parte del ser humano; todas las personas lo vivimos,
independientemente
de que lo reconozcamos y expresemos o no. El sentirlo no
nos hace más débiles, menos capaces, con menos valía ni nos da ninguna otra
connotación negativa.
Las etapas del duelo son
reacciones a emociones/sentimientos que pueden durar minutos u horas mientras
fluctuamos de una a otra; no entramos ni salimos de cada etapa particular de
una forma lineal, podemos atravesar una, luego otra y regresar luego a la
primera. Sin embargo, aunque William Worden (uno de los máximos exponentes
actuales cuando se habla del manejo de los duelos) estableció que es mejor
centrarse en las tareas necesarias para elaborar el duelo- de las que ya
hablaré-, desde mi experiencia es bueno conocer algunas de las reacciones por
las pasamos durante el duelo. Haciendo una síntesis de las propuestas que se
realizan desde varios modelos que describen las fases del duelo, señalo las características
principales.
1) Shock, Embotamiento afectivo,
Negación
Nos sentimos
aturdidos, en estado de shock, incredulidad. Nos permite realizar las cuestiones prácticas.
Además, la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada
e impactante. Es una defensa provisional y pronto será sustituida por una
aceptación parcial.
2) Fase de
asimilación:
Es cuando
tienen lugar las emociones más intensas. La negación es sustituida por la
rabia, la ansiedad y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase
difícil de afrontar para las personas que nos rodean; esto se debe a que la ira
se desplaza en todas direcciones, aun injustamente.
Ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, buscamos
llegar a un acuerdo para intentar superar esa traumática vivencia. Nos anclamos
en el pasado, nos extraviamos en un laberinto donde no hacemos más que repetirnos: "si
hubiéramos...” Queremos que la vida vuelva a ser como era; queremos que nuestro ser querido sea restituido, diagnosticar antes el tumor, impedir que el accidente suceda... La negociación a
menudo va acompañada de la culpa. Los "si hubiéramos…" nos inducen a
criticarnos y a cuestionar lo que "creemos" podríamos haber hecho
diferente.
En un momento u
otro, nos veremos invadidos por una profunda tristeza, por un sentimiento de desesperanza.
Es un estado, en general, temporal y que prepara para la aceptación de la
realidad. Si expresamos ese dolor, será más fácil la aceptación final.
5) Acomodación
o Aceptación:
Gradual
conexión con la realidad y la vida diaria. Si nos permitimos expresar los sentimientos
mencionados anteriormente- la ira, la tristeza, la ansiedad, la culpa-
contemplaremos el futuro con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer
que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de
sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien a solas o
en compañía, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor... la vida
se va imponiendo.
Como siempre, si os ha gustado, ¡compartid!. Y para más información o consulta psicologa.monicatimon@gmail.com
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