¿Cómo
reaccionas ante los problemas que se te presentan en tu vida cotidiana?...
En
definitiva, cuando las cosas cuando no salen cómo tú quieres ¿te irritas o
encolerizas?, ¿tienes intensos sentimientos de tristeza o decepción? Quizás no
soportas hacer cosas con las que no disfrutas… o pienses que no tienes por qué
aguantar la incompetencia de otra gente…
Si es así
estamos ante lo que en psicología se llama baja tolerancia a la frustración.
La
frustración es un estado de decepción que se da cuando no se alcanzamos aquello
que deseamos o las personas no se
comportan como queremos. No a todas las personas nos
afectan las mismas cosas de la misma manera o intensidad, y cada persona tiene
un umbral de tolerancia a la frustración.
¿Qué significa tolerar la frustración? Enfrentar los problemas y
limitaciones que tenemos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o
incomodidades que nos causan. Forma
parte de la vida. No siempre vamos a lograr nuestros deseos o las personas van
a cumplir nuestras expectativas. Sin embargo, hay personas que les cuesta
aceptar que la vida no es como piensan que debe ser. En concreto, el psicoterapeuta
Albert Ellis afirmaba que la baja
tolerancia a la frustración es una creencia irracional que se define como una
incapacidad para aceptar las situaciones y a las personas como son, mediante la
imposición de la creencia de que las cosas “deben” ser de una determinada
manera, poco realista y objetiva
Dicho de otro modo, la
frustración es la consecuencia de comparar la realidad con un ideal que tenemos
en la cabeza. No
se nos ocurre que es mucho más fácil
modificar nuestras expectativas que cambiar la realidad. Porque ¿realmente existe ese
mundo ideal y perfecto donde las
cosas y personas son como creemos que deberían ser? Sencillamente, y por mucho
que nos duela, NO EXISTE.
¿Qué
hay detrás de la frustración? Creencias irracionales que nos hacen creer que
las cosas son peor de lo que son; una percepción exagerada de la
situación que estamos viviendo,
magnificando sus consecuencias que lo único que logra es que intensifiquen
nuestras reacciones emocionales. Esas creencias se relacionan también con el
perfeccionismo, con una extrema rigidez e inflexibilidad en la forma de ser y
pensar. Es lógico que deseemos
firmemente conseguir eso que nos hemos
propuesto, pero cuanto más flexibles seamos mejor aceptaremos esas
molestias o inconvenientes que nos surgen, como esperar en una cola, los
retrasos o ciertas negativas. Cuanto más estricta y perfeccionista sea una
persona más exige o demanda la satisfacción de sus necesidades, y de no
obtenerla, se frustrará. Hemos de tener claro que no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor; podemos
esperar que las personas respondan o
sean de alguna manera determinada, pero es imposible controlar o exigir que así
sea, por lo que tendremos que admitir que (al menos a veces) no ocurra que esa
persona se comporte como hubiésemos querido.
Un
elemento importante relacionado con la capacidad de tolerar la frustración es ser capaz de tolerar emociones
desagradables e intensas, como el dolor emocional o la angustia. Una
persona con baja tolerancia a la frustración intenta eludir esos sentimientos,
incluso aunque los objetivos a largo plazo sean beneficiosos. Es decir, no son
capaces de espera, de tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora en
la satisfacción de sus deseos, lo que hará que se desmotiven muy fácilmente
abandonando sus metas y proyectos.
¿Qué hacer entonces?
Detectar esas creencias erróneas que dificultan aceptar que
la frustración forma parte de la vida, no
centrándonos en cambiar la situación sino en cambiar nuestra actitud. Hemos
de tener claro que SIEMPRE HAY ALGO QUE PODEMOS HACER en lugar de
enfadarnos. Hemos de ACTUAR (no quejarnos) y buscar alternativas de SOLUCION. Y no hemos de plantear esa búsqueda como la
búsqueda de una solución ideal, sino partiendo del ¿qué puedo hacer? Aunque ese
qué puedo hacer en ese momento consista en ACEPTAR. Si piensas en hacer algo,
en acción, estás tomando tú el CONTROL; será la única forma de sentir que tú
tienes el control y no que la situación te controla a ti. Para eso no hay que
buscar un ideal, sino actuar desde la realidad que es.
Cosas que puedo hacer, y que me permitirá sentir que tengo el control
.Eliminar el pensamiento
dicotómico JUSTO—NO JUSTO CORRECTO — NO CORRECTO
.Manejar los DEBERÍA/S y TENDRÍA/S
.Dejar de centrarte en el problema
y buscar soluciones o acciones alternativas; implicarse en una acción
.Trabajar la demora de la
gratificación centrándote en metas a largo plazo.
.Saber recibir y expresar
críticas. ¡No soy perfecto! (ni los demás…)
.Ante ciertas molestias o incomodidades, no busques de
inmediato la solución. Date cuenta de que no pasa nada si te sientes mal un
rato.
.NO CONFUNDIR MIS DESEOS CON
NECESIDADES. No es lo mismo desear algo, y luchar por ello, que necesitar algo.
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