Seguro que has oído hablar de la empatía, el
proceso por el cual somos capaces de ponernos en el punto de vista de la otra
persona.
Pero, ¿y la autoempatía?
Todo el mundo tiene algo de
sí mismo que no le gusta, algo que quizá nos avergüenza o bien hace que nos
sintamos inseguros o no "lo suficientemente buenos”. La condición humana
es imperfecta, y sentimientos de fracaso e inadecuación son parte de la
experiencia de vivir. El problema es qué nos decimos, qué diálogo interno
tenemos con nosotros mismos respecto a ese aspecto que nos hace sentir
inadecuados, qué tipo de lenguaje utilizamos. Trata de pensar en un tema que
tienda a hacer que te sientas inadecuado o mal contigo mismo (físico, de personalidad,
de trabajo o de relación) y observa qué lenguaje utilizas, qué te dices. Muchas
veces nos fustigamos, en lugar de una autocrítica constructiva nos hacemos
críticas destructivas que “nos hunden en la miseria”; ¿te juzgas de una forma
muy dura?

Y aquí quiero dejar clara una cosa, la
autoempatía no consiste en ser
autoindulgente o autocomplaciente con uno mismo. La autoindulgencia no deja
avanzar, no nos permite aprender. Utilizar un lenguaje más amable y compasivo
no quiere decir que no nos responsabilicemos de un cambio que tengamos que
hacer. Por ejemplo, si ese rasgo nuestro que nos genera malestar es la
dificultad en ser constante y tener voluntad para ser menos impulsivos, el
lenguaje de autocrítica que utilizaremos ante una situación en la que hayamos vuelto
“otra vez a hacer lo mismo” (ser impulsivos y “meter la pata”) será diferente
si nos situamos en la posición de qué nos diría un/a amigo/a; aunque ese
amigo/a no eluda enfrentarnos a la necesidad de un cambio que nos iría bien
realizar, el tipo de sentimientos de comprensión y cuidado con los que seguramente
investiría sus comentarios facilitarían que nos viéramos de una forma más
compasiva. La autocrítica en sí no es mala, tiene una función: nos permite
darnos cuenta de nuestros errores, aprender de ellos y “no volver a cometerlos
nunca más”. No se trata pues de decir “tranquilo, no pasa nada”, sino de
comunicarte y escucharte con comprensión y respeto a ti mismo en lugar de culpabilizarte
y lamentarte.
Comentarios
Publicar un comentario