Como hemos señalado, la puerta de la motivación hay que buscarla a
través de la emoción, puesto que una emoción tiende
a impulsar hacia una acción; emoción y motivación están íntimamente
interrelacionadas. Las emociones
son el preámbulo de la acción, por lo que cuando sentimos emociones positivas éstas
disponen a una acción llena de motivación, mientras que cuando sentimos
emociones negativas, éstas inducen al abandono o a una acción debilitada en
cuanto a su incentivo.
En general desde la psicología o
nosotros mismos nos hemos preocupado más de las emociones que nos generan
malestar que de aquellas que nos generan bienestar. Sin embargo, detenernos y
dar importancia a este tipo de emociones
como la alegría, el entusiasmo, etc. es, valga la redundancia, importante.
Las emociones placenteras actúan
como recompensa y tienen efectos motivacionales que son independientes del
alivio al reducir la emoción negativa. Estos efectos motivacionales son los que
nos dirigirán hacia la acción y los que nos interesan cuando nos referimos a la
automotivación. Además, y como característica de este tipo de emociones, se
expresan y disfrutan en el presente. Dos son los tipos de sentimientos que nos
interesan especialmente: el interés y el entusiasmo.

Lo que me importa señalar es que el entusiasmo e interés son una actitud, no hay que esperar sentados a
que nos embargue dicho sentimiento, no basta con pensar que nos gustaría
sentirnos entusiasmados; la curiosidad, explorar, investigar… son actitudes que hay que alimentar, cuidar,…
con nuevas aspiraciones, nuevos retos. Esto implica que el entusiasmo no surge
sin esfuerzo, es cierto, pero que depende de nosotros. A veces se trata de
hacer las cosas, aquello que ya hacemos, de forma diferente para salirnos de la
rutina; otras de probar cosas nuevas, descubriendo nuevos intereses.
Hemos de estar alerta a la
ausencia o disminución de emociones que nos generan bienestar, y buscar de forma activa la forma de autogenerárnoslas implicándonos en situaciones que puedan propiciarlas. En relación al interés y el entusiasmo, que implican apertura de los sentidos tanto a nivel físico como mental, ejercicios de relajación y de atención a la tensión corporal están diseñados para permitir la liberación de la tensión y la apertura de las personas a la información y a la experiencia emocional placentera. Si la ansiedad o un estado importante de tristeza bloquean la posibilidad de sentir y expresar este tipo de sentimientos, la terapia se focalizará en superar ese bloqueo.
Un pequeño ejercicio para
facilitar que conozcas aquello que te motiva y el contexto personal y situacional en que se desarrolla. Esto te facilitará reconocer y conocer los mecanismos y recursos personales que se ponen en marcha y/o utilizas.
Registra y analiza la información que te proporcionan
tus emociones de interés y entusiasmo (logras conectarte con lo que estás
haciendo olvidándote de todo lo demás o sencillamente estás DISFRUTANDO).
Cuando escribas la emoción, relaciónalo con cómo estabas realizando la acción,
qué factores externos (personas, clima, contexto) o internos
(pensamientos) estaban implicados.
En el caso de que en este momento no hayas podido
reportar ninguna emoción de ese tipo, piensa en algo que te hayas propuesto, te
hiciese ilusión y hayas logrado: ¿Qué
hiciste? ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo te sentiste? ¿Por qué lo hiciste? ¿Cuál era tu
actitud?
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